Alguna vez te ha pasado que vas a una rumba, te excedes en los tragos y resultas haciendo cosas que nunca harías en tus cinco sentidos, imaginamos que si, a la mayoría les ha ocurrido, y sino, algún día les sucederá.
Puede que en estado de ebriedad asumas una de las siguientes facetas: el chistoso, el risueño, el amoroso, el sentimental, el bailarín o el dormilón; realmente estas son las que se toman con jocosidad y las más fáciles de sobrellevar al siguiente día .
Las que verdaderamente causan remordimiento, susurros cuando evocan tu nombre, miradas inquisidoras y reuniones de las peores víboras para despotricar de ti , son cuando te conviertes en: él o la coqueta, el agresivo, el acosador, o en el que deja salir el estriptisero que lleva dentro y, peor aún, si esto pasa en una fiesta corporativa de fin de año.
Sabemos que con lo anterior te quisieras convertir en avestruz y meter la cabeza en un hueco, pero, te tenemos los siguientes tips para que no parezcas el más destruido del mundo:
1. Recuerda que todos merecemos segundas oportunidades y llega con la frente en alto.
2. Pide disculpas a quien hayas ofendido o molestado la noche anterior.
3. Acude a la frase ‘No me acuerdo de nada’, es la mejor excusa.
4. Piensa en la próxima fiesta y en que alguien la embarrará peor que tú, así te opacará para que pases al olvido y le cedas a otra persona la siguiente frase: ‘Juro que no vuelvo a tomar de esa manera, por lo menos con mis compañeros de trabajo’.
5. Ojo, la idea es que en esa siguiente fiesta te controles en tus tragos para que al día siguiente hagas parte de esas víboras que hablan de los demás.
El trabajo llama y, obvio, las diligencias y compras navideñas lo hacen también. Lo simple es siempre hacer el mejor es fuerzo, aprovechar el tiempo de forma eficiente y dejar espacio para el descanso y la justa atención que merecen los nuestros. Si no hiciste eso durante el año, aún puedes hacerlo.
